Todos estamos en la sala de espera

Un hombre arrepentido de aspecto impresionante llegó a la antesala del palacio y nadie se atrevió a detenerlo mientras se dirigía con determinación hacia el trono donde estaba sentado el rey.

—¿Qué pides? —le preguntó el rey.

—Un lugar donde dormir en este refugio de caravanas.

—Esto no es un refugio de caravanas. Es mi palacio.

—¿Puedes decirme quién lo ocupó antes que tú?

—Mi padre, que Dios lo tenga en la gloria.

—¿Y antes que él?

—Mi abuelo, que también está muerto.

—Y de un lugar como este, donde las personas solo se alojan por un tiempo y luego se van... ¿no lo llamas un refugio de caravanas?

ANTHONY DE MELLO