En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

«Estad preparados, con los lomos ceñidos y las lámparas encendidas. Sed semejantes a los criados que esperan a que su señor vuelva de las bodas, para abrirle apenas llame a la puerta. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentra en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá.

Dichosos ellos si el señor llega a medianoche o al amanecer y los encuentra así. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Pedro le preguntó:

—Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?

El Señor le respondió:

—¿Quién es el administrador fiel y cuidadoso a quien el amo pondrá al frente de su servidumbre para repartirles la ración a sus horas? Dichoso aquel criado a quien su amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Yo os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si aquel criado piensa: “Mi amo tardará en llegar”, y se dedica a golpear a los criados y criadas, a comer, a beber y a embriagarse, su amo llegará el día y la hora que menos espera, lo castigará y le hará compartir la suerte de los infieles».

(Lc 12, 35-46).