Me guiña el ojo y sonríe

Se llama Francisco y es padre de cuatro hijos. El mayor nació con el síndrome de Down. Junto a su esposa, llevan 40 años ayudando a “otros disminuidos” a través de dos instituciones privadas.

Durante una entrevista en Ràdio Barcelona, me explicaba:

—Cada domingo, yendo a misa, cuando entramos en la parroquia, mi hijo, que tiene el síndrome de Down, se detiene ante la imagen del Santo Cristo que hay en la entrada. Se le mira, se está en silencio y reza. Él es muy sensible a los accidentes de aviación, coche, etc.

Después, yo le pregunto:

—¿Qué le has dicho, qué le has pedido al Señor?

—Le he contado los accidentes ocurridos y también he rogado por los niños que pasan hambre.

Y yo le pregunto:

—¿Y te ha respondido?

—No. Pero me ha guiñado un ojo y me ha sonreído.

—¡No puede ser! La imagen del Santo Cristo es una talla de madera. No te ha podido guiñar un ojo ni sonreír.

—Padre, tú, dime lo que quieras. Pero el Santo Cristo me ha guiñado un ojo y me ha sonreído.

En la Revelación, principalmente en Jesús, los más pequeños, los sencillos, los humildes, los que "son como niños"... son los predilectos.

Jesús dice: Os ensalzo, Padre, porque habéis revelado a los sencillos todo esto...

J. M. ALIMBAU