¿De qué sirve tener tanto dinero?

Un avaro enterró su oro al pie de un árbol en su jardín. Cada semana lo desenterraba y se pasaba horas y horas mirándolo. Pero un buen día un ladrón lo espió y le robó el tesoro. Cuando el avaro llegó al lugar, como de costumbre, solo encontró un agujero vacío.

Empezó a lamentarse de dolor que le rompía el corazón. Los vecinos lo escucharon y corrieron a ver qué pasaba. Uno de ellos le preguntó:

— ¿Para qué utilizabas el oro?

— Para nada —respondió el avaro. Solo lo contemplaba cada semana.

— Bueno, entonces —dijo el vecino—, ¡por el mismo precio puedes venir cada semana a mirar el agujero!

No son nuestros dineros, sino nuestra capacidad de disfrutarlos lo que nos hace ricos o pobres. Rascarse para acumular riquezas y no ser capaces de disfrutarlas es lo mismo que no tener cabellos y coleccionar peines.

ANTHONY DE MELLO