No abras la boca

Había una rana que cantaba alegremente en una charca durante todo el verano. Y era feliz. Pero llegó el otoño y poco a poco el sol ya no calentaba y el frío iba en aumento.

—¿Cómo podré librarme del frío? —se preguntaba la rana.

Unas ocas, que la escucharon, le sugirieron emigrar con ellas. Pero había un problema. Las ranas no tienen alas, no podré volar. ¿Cómo hacerlo? Entre todas pensaron en la solución.

—¡Ya sé! —dijo la rana—. Cogeremos una ramita, le quitaremos las hojas y yo morderé el palo mientras vosotras lo sujetáis por el otro extremo.

Y lo hicieron así. Las ocas volaban y volaban en silencio alejándose de la charca y del frío del invierno. Pasaron pueblos y más pueblos hasta llegar a una ciudad donde los habitantes salieron a la calle para ver el espectáculo.

—¡Mirad! —dijo uno. Una rana que vuela junto con las ocas. ¿A quién se le habrá ocurrido?

La rana se sintió importante y llena de orgullo dijo:

—La idea es mía, que soy más inteligente que las ocas.

Y eso fue su perdición porque, al abrir la boca, cayó y se mató.

Adaptación de una fábula de La Fontaine.