A pesar de que no seas escritor, eres el autor de tu propia vida.
Aunque seas escultor, puedes convertir tu vida en una obra de arte, quitando lo que sobra y añadiendo lo que falta para que sea mejor.
Aunque no entiendas de cine, tu vida puede convertirse en una gran película con Dios como productor.
Aunque no afinices al cantar, tu existencia puede ser una hermosa canción que cualquier compositor envidiaría.
Aunque no seas periodista, tu vida puede transformarse en un modelo de reportaje.
Aunque no sepas muchas cosas, puedes ser sabio si amas a los demás.
Aunque nadie se dé cuenta de tu trabajo diario en casa y en la escuela, tienes a Dios como un espectador de lujo que te ama y aplaude.
Aunque tengas momentos difíciles y te encuentres triste, tu cara siempre puede dibujar una sonrisa.
Aunque no te agradezcan lo que haces, tú puedes ser agradecido con tus padres, hermanos, profesores, compañeros y todos aquellos que encuentras en la vida.
Aunque alguna vez llores y te sientas poco importante, piensa que tienes un corazón grande para amar y esparcir felicidad.
Adaptación de un escrito de Manuel Malpica.