Nací en una familia muy rica, que no me enseñó más que a amar el dinero; cuando crecí, incluso me caía de los bolsillos. Dado que aún no tenía suficiente, decidí viajar por el mundo para ganar muchos más. Y, para evitar que alguien los tomara, los guardé en dos bolsas.
Aburrido, caminaba y caminaba, cuando de repente me encontré con el mar frente a mí. Me habían dicho que en medio de este mar había un gran tesoro...
Impaciente, quise subir a la cima de una montaña y luego a la cima de otra, para poder ver esa isla antes que nadie. Sin pensarlo demasiado, dejé las dos bolsas de dinero bien escondidas en el lado derecho de una montaña. Tomé un bote abandonado y comencé a remar para cruzar el mar. Pero el mar me hacía retroceder hacia la playa y no podía avanzar en absoluto. Mientras tanto, observaba unas gaviotas que volaban muy alto.
—¡Oh! Estas deben poder cruzar el mar. Entonces, ¿por qué no han tomado el tesoro... y viven tan felices? ¿Cómo puede ser, si solo tienen su nido?
Entonces observé los árboles, las plantas, las flores, los pájaros y me di cuenta de que vivían felices como las gaviotas que volaban en lo alto del cielo.
Esto me hizo pensar que el dinero no lo es todo y que debe haber algo más.
Entonces tuve ganas de ser como las gaviotas y las flores... Tomé las dos bolsas llenas de dinero y las lancé al mar donde me había abierto camino. Y fue entonces cuando descubrí la verdadera joya.
MONTSE BLAY (TORROELLA DE MONTGRÍ)