Me encuentro en el patio y observo que los alumnos están jugando un partido de fútbol. Hay algunos que lo hacen bien y se pasan la pelota entre los compañeros de equipo, pero hay uno que no, de ninguna manera. Cuando coge la pelota, no mira a nadie, nunca la pasa aunque se lo pidan. Es un individualista y debido a él solo han marcado un gol.
Desde la banda le dicen que mire a sus compañeros y que pase la pelota, pero no hay manera, porque él piensa que sabe más que todos. Y siguen perdiendo oportunidades, y algunos se enfadan con él.
Cuando la cosa ya se calienta, llega la hora de acabar el partido. Ha ganado el equipo contrario, porque jugaban en equipo, todos al servicio del conjunto. Y han marcado muchos goles. Como he podido, he consolado a los que han perdido, pero todos decían lo mismo: "Es que con este no se puede jugar".