El hombre

Ya sé que lo sabéis todos. Se llamaba José y nació en Tremp. No era muy alto, pero robusto y resistente. De aspecto agradable, los ojos vivos y expresivos, hechos para comunicar la paz con la mirada. La voz agradable y tranquila.

No hace falta ser diferente a los demás para llegar a ser santo. Se necesita exclusivamente saber escuchar lo que nos dice Jesús y hacer caso.

Era simpático porque llevaba en el corazón la sonrisa de Dios. No era un payaso de aquellos que quieren hacerse notar en clase y no respetan a nadie. Decía siempre lo que sentía, era incapaz de decir una mentira. Amaba el trabajo. Amaba sobre todo a los demás. Fue capaz de sacrificar todo aquello que todos sentimos para conseguir el tesoro más importante: el Reino del cielo.