En la cima de un árbol en el bosque vivía una familia de pájaros cantores. Eran cinco miembros, con un plumaje vistoso y una voz extraordinaria. Vivían de su canto, participaban en todos los concursos que se organizaban entre los diferentes animales del bosque.
Pero últimamente tenían un problema. El más pequeño de todos, con menos de un año, no sabía cantar. ¿Cómo solucionarlo? El pájaro padre propuso a toda la familia: —A partir de ahora, cada vez que hagamos un recital, nosotros cantaremos y el pequeño tendrá que callar, ya que es la vergüenza de toda la familia.
Así lo hicieron. El pequeño estaba mal considerado por todos los demás, y hacían lo posible para que la gente pensara que el pequeño era mudo. Un día se enteraron de que no muy lejos había nacido un niño. —Iremos a verlo —dijo el padre—, y le cantaremos una canción.
Fueron y entraron en la cueva de los pastores. Encontraron a una señora muy hermosa llamada María y a su esposo José. —Hemos venido a cantar para el niño. ¿Cómo se llama? —Jesús —dijo María.
Y todos cantaron maravillosamente, excepto el pequeño. Al terminar la canción, José dijo: —Mi hijo Jesús también quiere cantar una canción para ustedes.
Callaron y esperaron a que Jesús cantara. Y Jesús cantó, y lo hizo tan mal como el pajarito pequeño.