Totalidad: Los ciegos y los elefantes

“En Persia había una ciudad donde los habitantes eran todos ciegos. Sucedió que un día pasó un rey con su ejército, y acampó allí.  Para hacer pompa de su prestigio, mostraba un enorme e imponente elefante. A la gente le vino el deseo de acercarse a aquel elefante y conocer aquel monstruo.

Y muchos de aquellos ciegos se acercaron al elefante para darse cuenta, a la manera de los ciegos, de su forma y figura. Y no pudiendo verlo con los ojos, lo palparon con las manos. Quien le tocó un miembro y quien otro, y así cada uno conoció solamente una parte. Y cada uno se formó una idea absurda, cada uno adaptó su mente a una imagen fantástica. Aquel que le había puesto su mano en la oreja, interrogando por los otros acerca del elefante, dijo:

- “Es una forma inmensa, tosca y ancha como una alfombra”.

Aquel que con la mano había alcanzado la trompa, dijo:

- “Lo he conocido bien. Es como un tubo vacío, una cosa terrible, un instrumento de destrucción”.

Finalmente aquel que había tocado las macizas y formidables patas del elefante, dijo:

- “Tiene precisamente la forma de una columna bien torneada”.

Todos habían visto una sola parte, y todos se habían forjado en su mente una idea que distaba mucho de la realidad. Así les ocurre a las personas cuando intentan imaginar cómo es Dios”. 

(Cuento persa)