Oración fraterna

“He golpeado a tu puerta, he llamado a tu corazón, para tener un lecho, para tener un poco de fuego para calentarme:

Ábreme,  hermano.

No soy un negro, ni un piel roja, ni un oriental, ni un blanco, sino solo un hombre; Ábreme hermano.

    Ábreme la puerta, ábreme le corazón, porque soy un hombre, el hombre de todos los tiempos, el hombre de todos los cielos, un hombre como tú”.

Rene Philombe, Camerún