Un sacerdote visitaba a menudo a un enfermo en su domicilio y siempre veía con extrañeza una silla vacía junto a su cabecera. Un día decidió preguntarle:
—¿Qué hace esa silla vacía al lado de tu cama?
—No está vacía —dijo el enfermo—. Jesús está sentado en ella y estaba hablando con él cuando usted llegó...
Durante muchos años, he tenido dificultad para rezar, hasta que un buen amigo me dijo que la oración era simplemente hablar con Jesús. Me aconsejó que imaginara a Jesús sentado en una silla a mi lado: que hablara con él, escuchara lo que me decía y le ofreciera toda mi vida. Desde entonces, no he tenido ninguna dificultad para rezar.
Unos días más tarde, la hija del enfermo fue a casa del sacerdote para informarle que su padre ya había fallecido.
—Lo dejé solo un par de horas —dijo—. ¡Todo en él tenía una expresión tan llena de paz! Cuando regresé a la habitación, ya estaba muerto. Pero me di cuenta de algo muy extraño: su cabeza no descansaba sobre la almohada de la cama, sino sobre una silla colocada a su lado.
ANTHONY DE MELLO