El soplo del Espíritu

Dios se nos presenta en el símbolo de un soplo de aire para indicarnos su proximidad, su constancia, su deseo de intimidad con nosotros. Hermanos, respiramos hondo sin cansarnos. Abrimos las ventanas de nuestro corazón para que él invada nuestras casas, nuestras vidas.

Él será para nosotros alegría y consuelo por hacer camino mirando siempre adelante. Sabiduría para adentrarnos en el significado profundo del Evangelio. Fortaleza y prudencia para vivirlo y anunciar sus consecuencias. Compromiso en la defensa del débil, colaboración en la tarea de construir una nueva sociedad, luz para acertar a ver a la Iglesia de una forma nueva.

Él será discernimiento por integrar la experiencia religiosa con el compromiso a favor de las causas sociales. Será debate y discrepancia pero sin resentirse el amor al hombre, sea amigo o enemigo. Será vida como una lucha constante y al mismo tiempo paz en el corazón. Será capacitado para la amistad. Él hará posible disfrutar de cualquier rincón de la naturaleza y también descubrir en la ciudad los grandes valores humanos de comunión y solidaridad, cultura y trabajo.

Él será para nosotros amor a la Iglesia y al mundo, amor y aceptación de nosotros mismos, tal y como Dios nos ama, "pese a todo." Él será también para nosotros amor a Dios el Padre nuestro, amor a Dios el Hermano nuestro, amor a Dios el Espíritu nuestro.

ALBERTO INIESTA, OBISPO