La Pascua del Espíritu Santo

Después de ver que Jesús fue llevado al cielo, los apóstoles regresaron a Jerusalén desde el monte de los Olivos, que está cerca de la ciudad, a una distancia que se permite recorrer en sábado. Entraron en la ciudad y subieron a la sala de la casa donde solían reunirse. Estaban allí Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hijo de Santiago. Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres, incluida María la madre de Jesús, y con los hermanos de él.

Cuando llegó el día de Pentecostés, todos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban sentados. Entonces se les aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.

En Jerusalén residían judíos piadosos de todas las naciones bajo el cielo. Cuando se oyó aquel ruido, la multitud se juntó y quedó desconcertada, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua.

(Hechos 1, 12-14; 2, 1-6).