Soy un ser identificado

Hoy, como cualquier cabeza de familia, me ha tocado ir a una "gran superficie" para cargar la nevera. Con el carrito delante, he ido colocando botellas, paquetes, sobres diversos, latas... hasta llegar a la caja para pagar.

El dispositivo iba leyendo el "código de barras" de los diferentes productos. Frente a un paquete ha comenzado a sonar. No lo reconocía. Entonces he pensado que soy muy afortunado. ¡Yo sí tengo una identificación! Soy persona y un ciudadano con todos los derechos y un DNI; he conocido a mis progenitores; tengo una lengua, un pueblo y una cultura; una familia, una religión, una fe para expresarla y, sobre todo, un Padre que está en el cielo y a mi lado.

Gracias, Señor: desde el bautismo, tengo una identidad propia, un pueblo-familia que es la Iglesia y unos hermanos que me amparan, con los cuales formo la comunidad eclesial.

El código personal lo llevo impreso en la piel y grabado en el corazón, por eso es difícil que desaparezca. Solo me falta "vivir de una manera digna de la vocación que he recibido" (Ef 4, 1) y estar a la altura de la dignidad que me has dado, Señor.

PERE MAS, S.F.