Gustau era un picapedrero que fue contratado en una cantera. En la entrevista, el dueño le dijo:
—Debes cortar veinte bloques de piedra cada día, las dimensiones serán 10 centímetros por 20. Vendrá todos los días un camión a recogerlos.
—Muy bien —dijo Gustau, y se puso manos a la obra.
Algunos días después, Cristian, otro picapedrero, fue contratado en una cantera cercana. El capataz le dijo:
—Tu trabajo consistirá en cortar veinte bloques de piedra cada día, de 10 centímetros por 20. Por la tarde vendrá un camión para llevarlos a la obra de la catedral, en construcción.
Pasó un año y Gustau se limitaba a cortar los veinte bloques de piedra diarios, mientras que Cristian a veces cortaba veinte, y otras veces más, según la calidad de la piedra.
Un día se encontraron ambos en la barra de un bar. El camarero les preguntó cuál era su oficio.
Gustau respondió:
—Corto piedras.
Cristian, a su vez, dijo con orgullo:
—Yo estoy construyendo una catedral.
MICHEL DUFOUR