Retrato ideal del buen estudiante

Sant Josep Manyanet descubre en el evangelio de Lucas, cuando Jesús en la adolescencia fue al templo de Jerusalén, las principales actitudes que caracterizan al buen estudiante: Sus padres José y María, al cabo de tres días, lo encontraron sentado entre los maestros de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Si te fijas bien en este párrafo del evangelio, puedes descubrir tres actitudes principales:

  1. Estaba sentado entre los maestros de la Ley, es decir, tenía una buena actitud, a favor del estudio. Tenía interés, deseaba aprender, quería ser más.

  2. Escuchaba. Prestaba atención a lo que decían los maestros porque podía aprender de ellos; por eso eran maestros... Guardaba silencio, porque el silencio es esencial para recibir información. No molestaba, no hablaba durante la explicación.

  3. Hacía preguntas. Él quería saber más y aclarar dudas. Quería tener muchos conocimientos, pero sobre todo preguntaba por el sentido de esos conocimientos y por el mismo sentido de la vida. Continúa el texto evangélico: Jesús volvió a Nazaret y era obediente a sus padres. Crecía en entendimiento y tenía el favor de Dios y de los hombres.

Crecer en entendimiento significa buscar el sentido profundo de las cosas. Una cosa es la simple información, y otra es su sentido. Decimos que una persona es sabia cuando tiene muchos conocimientos, pero sobre todo cuando sabe organizarlos de acuerdo con un sentido.

El buen estudiante nunca se pregunta: "¿Y todo esto para qué sirve?", sino más bien: "¿Qué sentido tiene?", porque sabe que los estudios actuales son un paso en el camino hacia la verdad, que es Dios.

El mundo de hoy tiene obsesión por el conocimiento fragmentado, por la especialidad, y no por su totalidad.

En Nazaret, el padre Manyanet aprende a no instalarse en pequeñas partículas de la verdad, sino en la verdad entera, porque allí vive Dios, la plena verdad.

Crecer en entendimiento significa tener interés de aprender un poco cada día. Según el padre Manyanet, no es cuestión de unos pocos años, sino de una actitud característica de toda la vida.