J. F. Kennedy, cuando ya era presidente de los Estados Unidos, compartía una anécdota instructiva de su infancia. Decía:
—Cuando quería saltar por encima de una tapia alta, arrojaba la gorra al otro lado. Así no le quedaba más remedio que superar el obstáculo.
Soñar con un futuro mejor pero estar dispuesto a superarse cada día, sin tener miedo al trabajo ni a las dificultades... ayuda a crecer como persona. Esto prepara para la conquista del ideal, aunque la ley del mínimo esfuerzo sea más tentadora.
Es fácil engañarse a uno mismo: no soy capaz, ahora no estoy preparado, no tengo tiempo, lo haré cuando termine el curso, cuando sea grande...
Hoy eres el jugador número 12 del equipo que anima y se prepara para el relevo. Realizar trabajos sencillos, participar en las actividades del grupo de voluntariado, hacer pequeñas contribuciones económicas en campañas de solidaridad como resultado de alguna renuncia personal, ayudar al compañero que ha faltado a clase o va un poco rezagado... Todo esto forma parte de las mil y una respuestas de amor que hoy, no mañana, espera Dios.
Todos estos detalles son pequeños impulsos que te preparan, cuando llegue el momento, para saltar al otro lado de una tapia mucho más alta.