Un espejo plano siempre refleja fielmente lo que está delante. María fue eso, un espejo de Dios.
Algunos piensan que Jesús fue un espejo de María. ¿Por qué? Porque todos los vecinos, y es normal, decían:
- Fíjate en Jesús, tiene los mismos ojos que María, su madre. Y su mirada... ¿no te parece la misma? Sí, es la misma que la de María. Y )qué me dices de su forma de andar?... pues que son los mismos de su madre.
Y cuando Jesús fue mayor, la gente seguía diciendo:
- Hay que ver, Jesús se porta igual que María. ¡Qué educado, qué atento! Si le pides un favor, nunca dice que no; es más, si ve que necesitas algo, enseguida te echa una mano. Nada, el uno para el otro: Jesús se parece a María y María se parece a Jesús.
Todo esto decía la gente.
Junto con José, su esposo, María educó a Jesús, pero Jesús, como era Dios, enseñó a María la bondad, el amor, el perdón, la alegría, la paz, la sencillez. Le enseñó a ser un espejo de Dios.
Así que quien quiera saber cómo es Dios, que mire a María.