Llegaron los años de las vacas secas y la gente empezó a sufrir hambre, mientras los egipcios vivían bien con trigo de años anteriores. Incluso les sobraba. Los hermanos de José, que eran de otro país, decidieron ir a comprar trigo a Egipto, para poder alimentarse. No sabían nada de José, pensaban que ya habría muerto. Así que llegaron a la presencia del primer ministro y éste les reconoció de inmediato, pero no les dijo nada de quién era. Les vendió el trigo y después, en el fondo de los sacos, puso el dinero del importe de la compra, sin que ellos se dieran cuenta.
Más tarde mandó que encarcelaran a uno de ellos, llamado Judá. José les dijo:
—Resulta que primero me habéis dicho que eras doce hermanos pero yo sólo veo diez. ¿Dónde están los otros dos?
Ellos le contestaron que el más pequeño, llamado Benjamín, se había quedado en casa con su padre y el otro, de nombre José, se la había comido una fiera ya hacía muchos años.
José les dijo:
—Si no viene su hermano pequeño, no soltaré lo que tengo encarcelado. Ellos volvieron a su país pensando que, dado que se habían llevado mal con su hermano durante años, ahora lo estaban pagando.
Al cabo de un tiempo regresaron con el hermano menor y se presentaron ante el primer ministro. Éste reconoció inmediatamente a su hermano Benjamín y no pudiendo aguantarse más, se identificó. Él era su hermano José al que habían vendido como esclavo. Los hermanos se asustaron, porque pensaron que ahora se vengaría, pero José les perdonó y les envió a buscar a toda la familia para que no pasaran más hambre y pudieran vivir felices. Y así fue. Así lo explica la Biblia, aunque con más detalles.
TU PRIMERA BIBLIA (ED. EDEBÉ)