Reduce la velocidad

Casi todos vamos a mayor velocidad de la recomendable. Lo vemos en el tráfico urbano, lo constatamos a las 9 de la mañana a las puertas de las escuelas o cuando estamos haciendo cola en la sala de espera de médico. Como si una fuerza interior nos tumbara para correr, para llegar a algún puerto lejano. Velocidad de crucero por todas partes.

La fuerza que nos tensa pasa por dentro de nuestro corazón y de nuestra mente. Lo que llaman serenidad, paz, una cosa tras otra están por lo general muy ausentes de nuestros días.

Nos perdemos muchas cosas, a veces las mejores de la vida. Pasan junto y ni las vemos. Qué poco nos detenemos para ver aunque sea un breve rato: un árbol, una flor, el mar inmenso, una persona que tiene la paciencia de esperar a que el semáforo se ponga verde.

Sin embargo, hoy has decidido reducir la velocidad de crucero.
¿Por qué voy con tanta prisa?
¿Qué quizás hay alguien o algo que me persigue?
¿No será que no tengo ninguna meta concreta?
¿Qué significa llenar el tiempo? ¿Qué puede estar vacío?
La velocidad... ¿no es la forma de fumigar la angustia?