Como ayer, hoy te cuento otra parábola:
Había un hombre que tenía un jardín precioso. Había de todo: rosas, margaritas, crisantemos y una magnolia que producía unas flores muy aromáticas. Pero empezaron a salir hierbas y no había manera de controlarlas.
Cada día se dedicaba a arrancarlas, pero no había forma.
Un vecino observaba en silencio. Hasta que un día le dijo:
No intentes arrancar las hierbas; es mejor que siembres flores de manera que llenen todo el jardín y así no habrá lugar para las hierbas.