La Anunciación

Un día, José y yo nos comprometimos. En poco tiempo sería su esposa, y él me llevaría a su casa. Desde entonces, empecé a soñar con nuestro futuro hogar, haciendo planes. Soñaba con hacerlo feliz. Pero un día, de repente, todos mis sueños se desvanecieron... Lo que me sucedió es algo tan extraordinario e increíble que nunca se me habría ocurrido ni habría podido imaginar.

Ese día, el sol salió como siempre. Después de ordenar la casa, me quedé sola, en silencio, rezando, leyendo fragmentos de la sagrada escritura. Cuando, de repente, sin ni siquiera sentirlo entrar, se me presenta... ¡un ángel! Después supe que se llamaba Gabriel, que significa "Dios es fuerte". El ángel, tranquilo, al verme tan asombrada, se apresuró a saludarme con voz firme y dulce:

—Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

Yo estaba un poco desconcertada y él me dijo:

—No tengas miedo, Maria, porque Dios se ha complacido en ti. Mira, concebirás un hijo, lo darás a luz y le pondrás por nombre Jesús.

Yo... ¡la amada del Señor!... ¡Yo... llena de gracia! Era demasiado grande todo aquello. Pero debía ser así, porque era el ángel quien me lo decía. Y yo lo creí.