El golpe de pelota

Hoy, durante el recreo, me di un paseo; la invitación del sol era evidente. Me detuve a observar a un grupo que jugaba al fútbol en una de las canchas. Los chicos corrían detrás de la pelota. Quizás estaban persiguiendo el sueño de algún día ser futbolistas. El deporte es duro y exige esfuerzo, incluso en el recreo. Entre carrera y carrera, algunos chutaban a la portería, pero la pelota se desviaba y golpeaba a un niño que miraba el partido. ¡Qué dolor! El niño se retorcía y lloraba. Quien había chutado continuó el partido como si nada.

Le llamé la atención y lo encontró extraño.

—¿No ha visto que fue sin querer? —me dijo casi gritando.

—No te reprendo por el golpe de pelota —le dije—; es por haber seguido jugando. ¿No es más importante ese niño que un gol?

Bajó la cabeza y fue a ver al niño. La disculpa y la atención al compañero lo devolvieron a la cancha y al partido.