El pan que no se dejó comer

Érase una vez un pan tierno, crujiente, de olor agradable y aspecto apetitoso. Descansando en la estantería de una panadería, soñaba con salir a pasear y conocer mundo que veía a través de la ventana.

En aquel momento entró un niño que tenía prisa. Quería una barra de pan para irse de excursión con sus compañeros del colegio.

- ¿No me elegirá a mí?, pensó la apetecible barra de pan... y justamente la mano de la tendera le eligió de entre todos sus compañeros.

En la mochila del niño viajó toda la mañana contento de todo lo que había visto y del viaje tan agradable en que no había dado ni un solo paso. A la hora de la comida se vio rodeado de alimentos por todas partes y tomando el sol tranquilamente sobre una servilleta de papel.

- ¡Dame un trozo de pan, por favor!, gritó uno de los chicos.

A la barra le dio un escalofrío. ¿Para qué me querrán partir?. Entonces sintió miedo y empezó a gritar y a querer esconderse muy enfadado.

Pasó el tiempo y aquel pan que no quiso dejarse comer se puso duro y mohoso muriéndose en su escondrijo de basura.