San Matías, Apóstol

Pedro, estando reunidos los apóstoles tras la muerte y resurrección de Jesús, tomó la iniciativa y se dirigió a los demás con las siguientes palabras:

“Hermanos: sabéis lo que ocurrió con Judas, que hizo de guía para los que arrestaron a Jesús. Era uno de nuestro grupo, y colega de todos nosotros. ES preciso que su cargo lo ocupe otro. Por lo tanto, hace falta que uno que haya sido testigo de la Resurrección se asocie a nosotros”. Entonces propusieron dos nombres: José, apellidado “el Justo”, y Matías. Se pusieron a rezar y dijeron así:

“Señor, tú penetras los corazones de todos. Muestranos cuál de los dos has elegido”. Echaron a suertes y le tocó a Matías. Se sabe que estuvo predicando en Jerusalén, en Judea, en las orillas del Nilo y entre los negros de Etiopía.

Murió degollado y lapidado ante el templo de Jerusalén.