Perdón-misericordia: El obispo Epifanio y el abad Hilarión

En la “vida de los padres” se cuenta que Epifanio, obispo de Chipre, invitó una vez a Hilarión:

“Ven a mi casa para que podamos conocernos antes de morir”. Cuando estaban juntos, sentados en la mesa, les presentaron carnes de diversas aves y el obispo las puso ante Hilarión. El anciano abad se excusó:

- Perdóname, padre. Desde que tomé el hábito monástico no he probado jamás la carne.

El obispo le replicó:

- Yo, por el contrario, desde que llevo las insignias episcopales no he permitido nunca que alguien se acueste teniéndome rencor, y no he sido capaz de dormir antes de reconciliarme con quien me ha contrariado.

Entonces dijo el abad:

- Perdóneme, padre. Tu progreso en el camino de la vida está mucho más allá del que yo he logrado. Acabo de comprender que para el cristiano es más importante practicar el perdón y la solidaridad que hacer penitencias.