“Miguel Ángel, aquel gran artista italiano, modelaba la estatua de un personaje ilustre. Uno de sus amigos le hace una visita y queda sorprendido ante aquella figura.
Una semana más tarde entra en el estudio el mismo amigo:
- Pero bueno, Miguel Ángel, si está igual que la semana pasada. ¿Es que no has podido hacer nada?
- Fíjate en este músculo; verás que sí he trabajado.
- ¡ Menuda insignificancia!
- No es insignificancia. La perfección está en los detalles.
Tenía razón Miguel Ángel. No se trata de hacer cosas. Es importante realizarlas bien, lo mejor imposible. Es importante gozarse en las cosas bien hechas. Esto nos ayuda a crecer”.