Andrés era hermano de Simón Pedro. Los dos eran discípulos de Juan el Bautista. Un día, Andrés presenció el bautismo de Jesús y se quedó impresionado. Pasaron unas horas y Andrés le dijo a Jesús: “¿Señor, dónde vives?”. Jesús le contestó: “Ven conmigo, y lo verás”. Y se pasó con él todo el día. Acabada aquella larga entrevista, Andrés le dijo a su hermano Simón: “He hallado al Mesías”. Y cogiéndole del brazo se lo llevó donde estaba el Maestro. Y se fue formando un pequeño grupo de discípulos.
Durante tres años escucharon sus palabras, y vieron sus milagros. Contemplaron asombrados el mar tranquilo en medio de una tormenta, vieron multiplicarse los panes y los peces, constataron cómo los enfermos eran curados. Lo vieron vivo después de muerto. Lo vieron todo, se asombraron de todo, se asustaron mil veces y oyeron luego a Jesús que decía: “Id por todo el mundo; predicad el Evangelio a toda criatura”.