Un buen amigo es como un campo que sembramos con amor y del cual cosechamos de forma gratuita. Nos acercamos a él para satisfacer nuestra hambre; nos acercamos en busca de paz.
Cuando el amigo guarda silencio, nuestro corazón no deja de escuchar el latido del suyo, porque en la amistad todo nace sin palabras y se comparte con una alegría silenciosa.
Cuando me separo del amigo, lo hago sin dolor, porque lo siento vivir dentro de mí. Siempre procuro que lo mejor que tengo sea para el amigo.
En los momentos felices y en los tristes, ya sea que ría o que esté de luto, nunca falta alguien a mi lado para compartir lo que estoy viviendo. Es una gran verdad eso de "quien tiene un amigo, tiene un tesoro".
Este tesoro, que es la amistad, no puede ser egoísta si quiere perdurar para siempre. ¿Quién es el loco que, teniendo un tesoro, no lo cuida y lo deja perder?