La iglesia de un pueblo de Alemania sufrió muchos desperfectos durante la Segunda Guerra Mundial. Una bomba cayó sobre ella y una imagen de Cristo, artística y muy venerada en el lugar, perdió ambos brazos.
Al terminar la guerra, los fieles discutieron si restaurar la imagen, basándose en testimonios y fotografías, o si la dejaban tal como estaba. Finalmente, decidieron dejarla tal como estaba. Colocaron el Cristo sin brazos, pero en un lugar destacado. Debajo pusieron esta inscripción: "Mis brazos sois vosotros."
Cada uno de nosotros debería mirar la Cruz y pensar que cada uno de nosotros somos los brazos de Cristo. Deberíamos reflexionar sobre cuál es nuestra parte en la obra de salvación. El gesto imponente de humillación y amor de Cristo exige continuidad.