Jesús amaba mucho a los niños. Cuando Jesús iba de pueblo en pueblo, tenía ocasión de conocer muchos lugares y mucha gente. Llegaba a un pueblo y los niños salían a saludarlo. A los apóstoles no les gustaba mucho, y trataban de hacerlos huir, pero Jesús les decía: "Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque ellos son los preferidos de mi Padre Dios". Y los acogía y jugaba con ellos.
Un día, los apóstoles discutían para saber quién era el más importante:
—El más importante soy yo —decía Pedro, porque soy el primero de todos.
—¿Tú? —decía Judas—. Si solo eres un pescador y yo tengo estudios y administro los bienes.
La discusión estaba subiendo de tono, cuando Felipe preguntó a Jesús:
—¿Quién es el más importante entre nosotros?
Jesús lo miró, luego llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
—Quien acoge a un niño como este, me acoge a mí, y quien quiera ser importante que se haga pequeño como este niño.
ADAPTACIÓN DE LC 9,46-48