En un pueblecito de Jaén había un grupo de cuatro amigos que se conocían desde pequeños y siempre estaban juntos, a pesar de las diferentes opiniones y maneras de vivir de cada uno. Los domingos se reunían después de la misa y se tomaban un vermut mientras compartían lo que les había sucedido entre la semana en sus trabajos respectivos.
Un día, uno de ellos, se puso más serio de lo habitual y dijo a los otros:
- Esta semana he ido al médico porque no me encontraba bien y me han hecho unas pruebas. Los análisis han sido negativos para mí y os comunico la noticia de que mi enfermedad es mortal. Como sé que me queréis, os voy a pedir un favor: quiero que cada domingo os sigáis reuniendo vosotros solos y toméis el vermut como ahora que estamos juntos.
Los amigos se entristecieron mucho pero cumplieron la promesa y cada domingo se reunían para charlar de sus cosas mientras tomaban el vermut. Y sucedió que notaban la presencia del amigo que faltaba. Porque el amor va más allá de la muerte y del olvido.